Explicación, estudio y comentario bíblico de Hechos 27:18-20 verso por verso
Al día siguiente, mientras éramos sacudidos por una furiosa tempestad, comenzaron a aligerar la carga;
y al tercer día, con sus propias manos arrojaron los aparejos del barco.
Como no aparecían ni el sol ni las estrellas por muchos días y nos sobrevenía una tempestad no pequeña, íbamos perdiendo ya toda esperanza de salvarnos.