Explicación, estudio y comentario bíblico de Hechos 27:18-25 verso por verso
Al día siguiente, mientras éramos sacudidos por una furiosa tempestad, comenzaron a aligerar la carga;
y al tercer día, con sus propias manos arrojaron los aparejos del barco.
Como no aparecían ni el sol ni las estrellas por muchos días y nos sobrevenía una tempestad no pequeña, íbamos perdiendo ya toda esperanza de salvarnos.
Entonces, como hacía mucho que no comíamos, Pablo se puso de pie en medio de ellos y dijo: — Oh señores, debían haberme escuchado y no haber partido de Creta, para evitar este daño y pérdida.
Pero ahora les insto a tener buen ánimo, pues no se perderá la vida de ninguno de ustedes, sino solamente la nave.
Porque esta noche estuvo conmigo un ángel del Dios de quien soy y a quien sirvo,
y me dijo: “No temas, Pablo. Es necesario que comparezcas ante el César, y he aquí Dios te ha concedido todos los que navegan contigo”.
Por tanto, señores, tengan buen ánimo, porque yo confío en Dios que será así como me ha dicho.