Explicación, estudio y comentario bíblico de Hechos 27:21-35 verso por verso
Entonces, como hacía mucho que no comíamos, Pablo se puso de pie en medio de ellos y dijo: — Oh señores, debían haberme escuchado y no haber partido de Creta, para evitar este daño y pérdida.
Pero ahora les insto a tener buen ánimo, pues no se perderá la vida de ninguno de ustedes, sino solamente la nave.
Porque esta noche estuvo conmigo un ángel del Dios de quien soy y a quien sirvo,
y me dijo: “No temas, Pablo. Es necesario que comparezcas ante el César, y he aquí Dios te ha concedido todos los que navegan contigo”.
Por tanto, señores, tengan buen ánimo, porque yo confío en Dios que será así como me ha dicho.
Pero es necesario que demos en alguna isla.
Cuando llegó la decimocuarta noche, y siendo nosotros llevados a la deriva a través del mar Adriático, a la medianoche los marineros sospecharon que se acercaban a alguna tierra.
Echaron la sonda y hallaron cuarenta metros. Pasando un poco más adelante, volvieron a echar la sonda y hallaron treinta metros.
Temiendo dar en escollos, echaron las cuatro anclas de la popa y ansiaban el amanecer.
Como los marineros procuraban huir de la nave, y echaron el esquife al mar simulando que iban a largar las anclas de la proa,
Pablo dijo al centurión y a los soldados: — Si estos no quedan en la nave, ustedes no podrán salvarse.
Entonces los soldados cortaron las amarras del esquife y dejaron que se perdiera.
Cuando comenzó a amanecer, Pablo animaba a todos a comer algo, diciendo: — Este es el decimocuarto día que velan y siguen en ayunas sin comer nada.
Por tanto, les ruego que coman algo, pues esto es para su salud; porque no perecerá ni un cabello de la cabeza de ninguno de ustedes.
Habiendo dicho esto, tomó pan, dio gracias a Dios en presencia de todos y partiéndolo comenzó a comer.