Explicación, estudio y comentario bíblico de Hechos 27:27-38 verso por verso
Cuando llegó la decimocuarta noche, y siendo nosotros llevados a la deriva a través del mar Adriático, a la medianoche los marineros sospecharon que se acercaban a alguna tierra.
Echaron la sonda y hallaron cuarenta metros. Pasando un poco más adelante, volvieron a echar la sonda y hallaron treinta metros.
Temiendo dar en escollos, echaron las cuatro anclas de la popa y ansiaban el amanecer.
Como los marineros procuraban huir de la nave, y echaron el esquife al mar simulando que iban a largar las anclas de la proa,
Pablo dijo al centurión y a los soldados: — Si estos no quedan en la nave, ustedes no podrán salvarse.
Entonces los soldados cortaron las amarras del esquife y dejaron que se perdiera.
Cuando comenzó a amanecer, Pablo animaba a todos a comer algo, diciendo: — Este es el decimocuarto día que velan y siguen en ayunas sin comer nada.
Por tanto, les ruego que coman algo, pues esto es para su salud; porque no perecerá ni un cabello de la cabeza de ninguno de ustedes.
Habiendo dicho esto, tomó pan, dio gracias a Dios en presencia de todos y partiéndolo comenzó a comer.
Y cuando todos recobraron mejor ánimo, comieron ellos también.
Éramos en total doscientas setenta y seis personas en la nave.
Luego, satisfechos de la comida, aligeraban la nave echando el trigo al mar.