Explicación, estudio y comentario bíblico de Hechos 28:11-20 verso por verso
Así que, después de tres meses, zarpamos en una nave alejandrina que había invernado en la isla y que tenía por insignia a los dioses Dióscuros.
Habiendo arribado a Siracusa, estuvimos allí tres días.
De allí, costeando alrededor, fuimos a Regio; y un día después se levantó el viento del sur, y llegamos al segundo día a Puteoli.
Allí hallamos hermanos y fuimos invitados a quedarnos con ellos siete días. Y de esta manera llegamos a Roma.
Al oír de nosotros, los hermanos vinieron hasta la plaza de Apio y las Tres Tabernas para recibirnos. Pablo, al verlos, dio gracias a Dios y cobró ánimo.
Cuando llegamos a Roma, a Pablo le fue permitido vivir aparte, con un soldado que le custodiaba.
Aconteció que, tres días después, Pablo convocó a los que eran los principales de los judíos, y una vez reunidos les dijo: — Hermanos, sin que yo haya hecho ninguna cosa contra el pueblo ni contra las costumbres de los padres, desde Jerusalén he sido entregado preso en manos de los romanos.
Habiéndome examinado, ellos me querían soltar porque no había en mí ninguna causa digna de muerte.
Pero como los judíos se oponían, yo me vi forzado a apelar al César, no porque tenga de qué acusar a mi nación.
Así que, por esta causa les he llamado para verles y hablarles, porque por la esperanza de Israel estoy ceñido con esta cadena.