Explicación, estudio y comentario bíblico de Hechos 3:1-11 verso por verso
Pedro y Juan subían al templo a la hora de la oración, las tres de la tarde.
Y era traído cierto hombre que era cojo desde el vientre de su madre. Cada día le ponían a la puerta del templo que se llama Hermosa, para pedir limosna de los que entraban en el templo.
Este, al ver a Pedro y a Juan que iban a entrar en el templo, les rogaba para recibir una limosna.
Entonces Pedro, juntamente con Juan, se fijó en él y le dijo: — Míranos.
Él les prestaba atención, porque esperaba recibir algo de ellos.
Pero Pedro le dijo: — No tengo ni plata ni oro, pero lo que tengo te doy. En el nombre de Jesucristo de Nazaret, ¡levántate y anda!
Le tomó de la mano derecha y le levantó. De inmediato fueron afirmados sus pies y tobillos,
y de un salto se puso de pie y empezó a caminar. Y entró con ellos en el templo, caminando, saltando y alabando a Dios.
Todo el pueblo le vio caminando y alabando a Dios.
Reconocían que él era el mismo que se sentaba para pedir limosna en la puerta Hermosa del templo, y se llenaron de asombro y de admiración por lo que le había acontecido.
Como él se asió de Pedro y de Juan, toda la gente, atónita, concurrió apresuradamente a ellos en el pórtico llamado de Salomón.