Explicación, estudio y comentario bíblico de Hechos 4:23-44 verso por verso
Una vez sueltos, fueron a los suyos y les contaron todo lo que los principales sacerdotes y los ancianos les habían dicho.
Cuando ellos lo oyeron, de un solo ánimo alzaron sus voces a Dios y dijeron: “Soberano, tú eres el que hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay,
y que mediante el Espíritu Santo por boca de nuestro padre David, tu siervo, dijiste: ¿Por qué se amotinaron las naciones y los pueblos tramaron cosas vanas?
Se levantaron los reyes de la tierra y sus gobernantes consultaron unidos contra el Señor y contra su Ungido.
Porque verdaderamente, tanto Herodes como Poncio Pilato con los gentiles y el pueblo de Israel se reunieron en esta ciudad contra tu santo Siervo Jesús, al cual ungiste,
para llevar a cabo lo que tu mano y tu consejo habían determinado de antemano que había de ser hecho.
Y ahora, Señor, mira sus amenazas y concede a tus siervos que hablen tu palabra con toda valentía.
Extiende tu mano para que sean hechas sanidades, señales y prodigios en el nombre de tu santo Siervo Jesús”.
Cuando acabaron de orar, el lugar en donde estaban reunidos tembló, y todos fueron llenos del Espíritu Santo y hablaban la palabra de Dios con valentía.
La multitud de los que habían creído era de un solo corazón y una sola alma. Ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que todas las cosas les eran comunes.
Con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y abundante gracia había sobre todos ellos.
No había, pues, ningún necesitado entre ellos, porque todos los que eran propietarios de terrenos o casas los vendían, traían el precio de lo vendido
y lo ponían a los pies de los apóstoles. Y era repartido a cada uno según tenía necesidad.
Entonces José, quien por los apóstoles era llamado Bernabé (que significa hijo de consolación) y quien era levita, natural de Chipre,
como tenía un campo, lo vendió, trajo el dinero y lo puso a los pies de los apóstoles.