Explicación, estudio y comentario bíblico de Hechos 7:17-44 verso por verso
»Como se acercaba el tiempo de la promesa, la cual Dios había asegurado a Abraham, el pueblo creció y se multiplicó en Egipto
hasta que se levantó en Egipto otro rey que no conocía a José.
Con astucia este rey se aprovechó de nuestro pueblo y maltrató a nuestros padres, haciéndoles exponer a la muerte a sus bebés para que no sobrevivieran.
En aquel tiempo nació Moisés y era agradable a Dios. Él fue criado tres meses en la casa de su padre;
pero cuando fue expuesto a la muerte, la hija del faraón lo recogió y lo crió como a hijo suyo.
Moisés fue instruido en toda la sabiduría de los egipcios y era poderoso en sus palabras y hechos.
»Cuando cumplió cuarenta años, le vino al corazón el visitar a sus hermanos, los hijos de Israel.
Al ver que uno era maltratado lo defendió, y matando al egipcio, vengó al oprimido.
Pensaba que sus hermanos entenderían que Dios les daría liberación por su mano, pero ellos no lo entendieron.
Al día siguiente, él se presentó a unos que estaban peleando y trataba de ponerlos en paz diciendo: “¡Hombres, son hermanos! ¿Por qué se maltratan el uno al otro?”.
Entonces, el que maltrataba a su prójimo le rechazó diciendo: ¿Quién te ha puesto por gobernador y juez sobre nosotros?
¿Acaso quieres tú matarme como mataste ayer al egipcio?.
Al oír esta palabra, Moisés huyó y vivió exiliado en la tierra de Madián, donde engendró dos hijos.
»Cuarenta años después, un ángel le apareció en el desierto del monte Sinaí, en la llama de fuego de una zarza.
Cuando Moisés lo vio, se asombró de la visión; pero al acercarse para mirar, le vino la voz del Señor:
“Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob”. Pero Moisés, temblando, no se atrevía a mirar.
Le dijo el Señor: “Quita las sandalias de tus pies, porque el lugar donde estás es tierra santa.
He mirado atentamente la aflicción de mi pueblo en Egipto. He oído el gemido de ellos y he descendido para librarlos. Ahora, pues, ven, y te enviaré a Egipto”.
»A este mismo Moisés, al cual habían rechazado diciendo: ¿Quién te ha puesto por gobernador y juez?, Dios le envió por gobernador y redentor, por mano del ángel que le apareció en la zarza.
Él los sacó, haciendo prodigios y señales en Egipto, en el mar Rojo y en el desierto por cuarenta años.
Este es el mismo Moisés que dijo a los hijos de Israel: Dios les levantará un profeta como yo de entre sus hermanos.
Este es aquel que estuvo en la congregación en el desierto con el ángel que le hablaba en el monte Sinaí, y con nuestros padres, y el que recibió palabras de vida para darnos.
Nuestros padres no quisieron serle obedientes; más bien, le rechazaron y en sus corazones se volvieron atrás a Egipto,
diciendo a Aarón: Haz para nosotros dioses que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le habrá acontecido.
Entonces, en aquellos días hicieron un becerro y ofrecieron sacrificio al ídolo, y se regocijaban en las obras de sus manos.
Pero Dios se apartó de ellos y los entregó a que rindieran culto al ejército del cielo, como está escrito en el libro de los Profetas: ¿Acaso me ofrecieron víctimas y sacrificios en el desierto por cuarenta años, oh casa de Israel?
Más bien, llevaron el tabernáculo de Moloc y la estrella de su dios Renfán, las imágenes que hicieron para adorarlas. Por tanto, les transportaré más allá de Babilonia.
»En el desierto, nuestros padres tenían el tabernáculo del testimonio, como lo había ordenado Dios, quien ordenaba a Moisés que lo hiciera según el modelo que había visto.