Explicación, estudio y comentario bíblico de Hechos 7:2-21 verso por verso
Y él respondió: — Hermanos y padres, oigan. El Dios de la gloria apareció a nuestro padre Abraham cuando estaba en Mesopotamia, antes que habitase en Harán,
y le dijo: “Sal de tu tierra y de tu parentela y vete a la tierra que te mostraré”.
Entonces salió de la tierra de los caldeos y habitó en Harán. Después que murió su padre, Dios le trasladó de allá a esta tierra en la cual ustedes habitan ahora.
Pero no le dio heredad en ella, ni siquiera para asentar su pie; aunque prometió darla en posesión a él y a su descendencia después de él, aun cuando él no tenía hijo.
Así Dios le dijo que su descendencia sería extranjera en tierra ajena y que los reducirían a esclavitud y los maltratarían por cuatrocientos años.
“Pero yo juzgaré a la nación a la cual sirvan”, dijo Dios, “y después de esto saldrán y me rendirán culto en este lugar”.
Dios le dio el pacto de la circuncisión; y así Abraham engendró a Isaac y le circuncidó al octavo día. Lo mismo hizo Isaac a Jacob, y Jacob a los doce patriarcas.
»Los patriarcas, movidos por envidia, vendieron a José para Egipto. Pero Dios estaba con él;
le libró de todas sus tribulaciones y le dio gracia y sabiduría en la presencia del faraón, rey de Egipto, quien le puso por gobernador sobre Egipto y sobre toda su casa.
Entonces vino hambre y gran tribulación en toda la tierra de Egipto y en Canaán, y nuestros padres no hallaban alimentos.
Pero al oír Jacob que había trigo en Egipto, envió a nuestros padres la primera vez.
La segunda vez, José se dio a conocer a sus hermanos. Así el linaje de José fue dado a conocer al faraón.
Y José envió e hizo venir a su padre Jacob y a toda su familia, que eran setenta y cinco personas.
Así descendió Jacob a Egipto, donde él y nuestros padres terminaron su vida.
Y fueron llevados a Siquem y puestos en el sepulcro que Abraham compró a precio de plata, de los hijos de Hamor en Siquem.
»Como se acercaba el tiempo de la promesa, la cual Dios había asegurado a Abraham, el pueblo creció y se multiplicó en Egipto
hasta que se levantó en Egipto otro rey que no conocía a José.
Con astucia este rey se aprovechó de nuestro pueblo y maltrató a nuestros padres, haciéndoles exponer a la muerte a sus bebés para que no sobrevivieran.
En aquel tiempo nació Moisés y era agradable a Dios. Él fue criado tres meses en la casa de su padre;
pero cuando fue expuesto a la muerte, la hija del faraón lo recogió y lo crió como a hijo suyo.