Explicación, estudio y comentario bíblico de Hechos 7:35-44 verso por verso
»A este mismo Moisés, al cual habían rechazado diciendo: ¿Quién te ha puesto por gobernador y juez?, Dios le envió por gobernador y redentor, por mano del ángel que le apareció en la zarza.
Él los sacó, haciendo prodigios y señales en Egipto, en el mar Rojo y en el desierto por cuarenta años.
Este es el mismo Moisés que dijo a los hijos de Israel: Dios les levantará un profeta como yo de entre sus hermanos.
Este es aquel que estuvo en la congregación en el desierto con el ángel que le hablaba en el monte Sinaí, y con nuestros padres, y el que recibió palabras de vida para darnos.
Nuestros padres no quisieron serle obedientes; más bien, le rechazaron y en sus corazones se volvieron atrás a Egipto,
diciendo a Aarón: Haz para nosotros dioses que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le habrá acontecido.
Entonces, en aquellos días hicieron un becerro y ofrecieron sacrificio al ídolo, y se regocijaban en las obras de sus manos.
Pero Dios se apartó de ellos y los entregó a que rindieran culto al ejército del cielo, como está escrito en el libro de los Profetas: ¿Acaso me ofrecieron víctimas y sacrificios en el desierto por cuarenta años, oh casa de Israel?
Más bien, llevaron el tabernáculo de Moloc y la estrella de su dios Renfán, las imágenes que hicieron para adorarlas. Por tanto, les transportaré más allá de Babilonia.
»En el desierto, nuestros padres tenían el tabernáculo del testimonio, como lo había ordenado Dios, quien ordenaba a Moisés que lo hiciera según el modelo que había visto.