Explicación, estudio y comentario bíblico de Isaías 26:11-21 verso por verso
Oh SEÑOR, levantada está tu mano, pero ellos no la ven. Que vean el celo por tu pueblo y se avergüencen; que también los consuma el fuego para tus enemigos.
Oh SEÑOR, tú estableces paz para nosotros, porque también realizas por nosotros todas nuestras obras.
Oh SEÑOR, Dios nuestro, otros amos aparte de ti se han enseñoreado de nosotros; pero solo reconocemos tu nombre, el tuyo.
Muertos son; no vivirán. Han fallecido; no se levantarán. Porque tú los has castigado y los has destruido; has hecho perecer todo recuerdo de ellos.
Tú has engrandecido la nación, oh SEÑOR; has engrandecido la nación y te has hecho glorioso. Has ensanchado todas las fronteras del país.
Oh SEÑOR, te buscaban en la tribulación; cuando tu castigo caía sobre ellos, derramaban su oración.
Como la mujer encinta y cercana a dar a luz que se retuerce y grita en sus dolores, así hemos sido delante de ti, oh SEÑOR.
Concebimos; tuvimos dolores de parto, pero fue como si diéramos a luz viento. Ninguna liberación hemos logrado en la tierra, ni han podido nacer los habitantes del mundo.
Tus muertos volverán a vivir; los cadáveres se levantarán. ¡Despierten y canten, oh moradores del polvo! Porque tu rocío es como rocío de luces, y la tierra dará a luz a sus fallecidos.
Anda, oh pueblo mío, entra en tus habitaciones; cierra tras de ti tus puertas. Escóndete por un breve momento hasta que pase la ira.
Porque he aquí que el SEÑOR sale de su lugar, para castigar la maldad de los habitantes de la tierra contra él. La tierra dejará ver su sangre derramada; no encubrirá más a sus asesinados.