Explicación, estudio y comentario bíblico de Isaías 27:2-23 verso por verso
“En aquel día esta será la viña hermosa. ¡Cántenle!
Yo, el SEÑOR, la guardo. A cada momento la riego; y para que nadie la dañe, de día y de noche la guardo.
Ya no hay furor en mí. ¿Quién pondrá contra mí espinos y cardos en batalla? Yo irrumpiré contra ellos y los quemaré a una,
salvo que se acoja a mi amparo y haga la paz conmigo. ¡Que conmigo haga la paz!”.
Vendrá el día en que Jacob echará raíces; Israel echará botones y dará flores. Y llenarán la superficie del mundo con su fruto.
¿Acaso lo ha herido a la manera del que lo hirió? ¿Acaso ha sido muerto a la manera de los que lo mataron?
Con expulsión, enviándola lejos, tú contendiste contra ella. Tú la apartaste con tu recio viento en el día del solano.
De esta manera, será perdonada la iniquidad de Jacob, y esto eliminará su pecado: que él ponga todas las piedras del altar como piedras de cal desmenuzadas, de modo que no vuelvan a levantar árboles rituales de Asera ni altares de incienso.
Ciertamente la ciudad fortificada ha quedado solitaria; la morada, abandonada y dejada como un desierto. Allí pasta el becerro; allí se recuesta y consume sus ramas.
Cuando sus ramas se secan, son quebradas; luego las mujeres vienen y las hacen arder. Porque este es un pueblo sin entendimiento. Por tanto, su Hacedor no tendrá de él misericordia; el que lo formó no se compadecerá.
Pero sucederá en aquel día que el SEÑOR golpeará con vara, desde la corriente del Río hasta el arroyo de Egipto. Y ustedes, oh hijos de Israel, serán recogidos uno por uno.
Sucederá en aquel día que se tocará una gran corneta, y vendrán los que habían estado perdidos en la tierra de Asiria y los que habían sido desterrados en la tierra de Egipto. Entonces adorarán al SEÑOR en el monte santo, en Jerusalén.