Explicación, estudio y comentario bíblico de Isaías 29:9-23 verso por verso
Queden asombrados y maravíllense; pierdan la vista y queden ciegos. Embriáguense, pero no con vino; tambaléense, pero no con licor.
Porque el SEÑOR ha derramado sobre ustedes espíritu de letargo. Ha cerrado sus ojos (de los profetas); ha cubierto sus cabezas (de los videntes).
Toda la visión será como las palabras de un libro sellado. Cuando lo dan al que sabe leer y le dicen: “Por favor, lee esto”, él dice: “No puedo, porque está sellado”.
Y cuando dan el libro al que no sabe leer y le dicen: “Por favor, lee esto”, él dice: “No sé leer”.
Dice, pues, el Señor: “Porque este pueblo se acerca con su boca y me honra solo con sus labios; pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí está basado en mandamientos de hombres.
Por eso, he aquí que volveré a hacer maravillas con este pueblo, maravilla sobre maravilla. Entonces perecerá la sabiduría de sus sabios, y el entendimiento de sus entendidos se eclipsará”.
¡Ay de los que se esconden del SEÑOR en lo profundo, encubriendo los planes! Realizan sus obras en las tinieblas, diciendo: “¿Quién nos ve?”. Y “¿quién nos conoce?”.
¡Cómo trastornan las cosas! ¿Acaso el alfarero será considerado como el barro? ¿Acaso lo que ha sido hecho dirá de quien lo hizo: “Él no me hizo”? ¿Dirá lo que ha sido formado del que lo formó: “Él no tiene entendimiento”?
¿Acaso no será el Líbano convertido, de aquí a poco tiempo, en un campo fértil, y el campo fértil será considerado un bosque?
En aquel tiempo los sordos oirán las palabras del libro, y los ojos de los ciegos verán desde la oscuridad y las tinieblas.
Entonces los humildes volverán a alegrarse en el SEÑOR, y los más necesitados de los hombres se regocijarán en el Santo de Israel.
Porque se habrá acabado el tirano, y el burlador habrá sido exterminado. Serán eliminados todos los que están a la expectativa para hacer el mal,
los que hacen pecar al hombre en palabra, los que ponen trampas para hacer caer al que amonesta en la puerta de la ciudad, los que con argumentos vacíos desvían al justo.
Por tanto, el SEÑOR, que redimió a Abraham, ha dicho así a la casa de Jacob: “Ahora Jacob no será avergonzado más, ni tampoco palidecerá ahora su rostro.
Porque sus descendientes, al ver en medio de ellos la obra de mis manos, santificarán mi nombre. Santificarán al Santo de Jacob y temerán al Dios de Israel.