Explicación, estudio y comentario bíblico de Isaías 34:2-17 verso por verso
Porque el SEÑOR tiene furor contra todas las naciones, e ira contra todo el ejército de ellas. Él las destruirá por completo; las entregará a la matanza.
Sus muertos serán arrojados, y de sus cadáveres se levantará el hedor. Los montes se disolverán con la sangre de ellos.
Todo el ejército de los cielos se corromperá, y los cielos se plegarán como un rollo de pergamino. Todo su ejército caerá como caen las hojas de la parra, o como caen los frutos secos de la higuera.
“Porque en los cielos aparecerá mi espada. He aquí que descenderá sobre Edom; para juicio, sobre el pueblo de mi anatema”.
Llena está de sangre la espada del SEÑOR; está engrasada con el sebo, con la sangre de corderos y de machos cabríos, y con el sebo de los riñones de carneros. Porque el SEÑOR tiene sacrificios en Bosra, y una gran matanza en la tierra de Edom.
Junto con ellos caerán los toros salvajes, y los novillos junto con los toros. Su tierra se saciará de sangre, y su suelo se saturará con el sebo.
Porque es día de venganza del SEÑOR, año de retribución por la causa de Sion.
Sus arroyos se convertirán en brea, y su polvo en azufre. Su tierra llegará a ser brea ardiente.
No se apagará ni de noche ni de día; perpetuamente subirá su humo. De generación en generación quedará en ruinas; nunca jamás pasará nadie por ella.
La poseerán el búho y el erizo; la lechuza y el cuervo habitarán en ella. Sobre ella se extenderán el cordel del caos y la plomada del vacío.
Sus nobles no tendrán nada allí que pueda llamarse reino, y todos sus gobernantes serán como nada.
Sobre sus palacios crecerán espinos; y sobre sus fortalezas, ortigas y cardos. Serán guarida de chacales y campo de avestruces.
Las fieras del desierto se encontrarán con las hienas. La cabra montés gritará a su compañero. La lechuza también hallará allí sosiego, y hallará reposo para sí.
Allí anidará y ovará el búho; empollará y los cubrirá bajo su sombra. También se reunirán allí los buitres, cada cual con su pareja.
Busquen en el libro del SEÑOR y lean: “Ninguno de estos faltará; no faltará ninguno con su respectiva pareja. Porque la boca del SEÑOR lo ha mandado, y su mismo Espíritu los reunirá.
Él realizó el sorteo para ellos, y su mano les repartió a cordel. Para siempre la tendrán como heredad, y habitarán allí de generación en generación”.