Explicación, estudio y comentario bíblico de Isaías 44:12-20 verso por verso
El herrero toma una herramienta y trabaja sobre las brasas. Le da forma con el martillo y trabaja con la fuerza de su brazo. Luego tiene hambre, y le faltan las fuerzas; no bebe agua, y desfallece.
El carpintero tiende la regla, hace el trazo con un marcador, labra con el formón, traza con el compás y le da forma de hombre y de belleza humana, para colocarlo en una casa.
Corta cedros para sí; escoge una conífera o un roble y lo deja crecer entre los árboles del bosque. Planta un pino y la lluvia lo hace crecer.
Luego se sirve de ellos para hacer fuego. Toma uno y con él se calienta; prende fuego y cuece pan. Hace, además, un dios y lo adora; hace un ídolo y se postra ante él.
Quema parte del leño en el fuego y sobre él prepara carne asada, come y se sacia. Luego se calienta y dice: “¡Ah! Me caliento mientras contemplo el fuego”.
Después, lo que sobra lo transforma en la imagen tallada de un dios. Se postra ante él y lo adora, y le ruega diciendo: “¡Líbrame, porque tú eres mi dios!”.
No conocen ni entienden; porque sus ojos están tapados para no ver; también su corazón, para no comprender.
Nadie reflexiona; nadie tiene conocimiento ni entendimiento para decir: “Parte de esto quemé en el fuego y sobre sus brasas cocí pan, asé carne y comí. ¿He de convertir en una abominación lo que sobra de él? ¿Me he de postrar ante un tronco de árbol?”.
Se alimenta de ceniza; su corazón engañado lo desvía. No libra su alma ni dice: “¿Acaso no es una mentira lo que tengo en mi mano derecha?”.