Explicación, estudio y comentario bíblico de Isaías 6:4-8 verso por verso
Los umbrales de las puertas se estremecieron con la voz del que proclamaba, y el templo se llenó de humo.
Entonces dije: — ¡Ay de mí, pues soy muerto! Porque siendo un hombre de labios impuros y habitando en medio de un pueblo de labios impuros, mis ojos han visto al Rey, al SEÑOR de los Ejércitos.
Entonces voló hacia mí uno de los serafines trayendo en su mano, con unas tenazas, un carbón encendido tomado del altar.
Y tocó con él mi boca, diciendo: — He aquí que esto ha tocado tus labios; tu culpa ha sido quitada, y tu pecado ha sido perdonado.
Entonces escuché la voz del Señor, que decía: — ¿A quién enviaré? ¿Y quién irá por nosotros? Y yo respondí: — Heme aquí, envíame a mí.