Explicación, estudio y comentario bíblico de Isaías 9:5-15 verso por verso
Todo calzado del que marcha con estruendo y el manto revolcado en sangre serán para quemar, pasto para el fuego.
Porque un niño nos es nacido, un hijo nos es dado, y el dominio estará sobre su hombro. Se llamará su nombre: Admirable Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.
Lo dilatado de su dominio y la paz no tendrán fin sobre el trono de David y sobre su reino, para afirmarlo y fortalecerlo con derecho y con justicia, desde ahora y para siempre. El celo del SEÑOR de los Ejércitos hará esto.
El Señor envió una palabra a Jacob, y ella cayó en Israel.
Todo el pueblo lo supo; Efraín y los habitantes de Samaria que con soberbia y altivez de corazón decían:
“Cayeron los ladrillos, pero edificaremos con bloques de piedra; fueron cortadas las higueras silvestres, pero en su lugar pondremos cedros”.
El SEÑOR hace surgir contra él a sus adversarios, es decir, a Rezín; e incita a sus enemigos:
los sirios del oriente y los filisteos del occidente, que a boca llena devoran a Israel. A pesar de todo esto, no ha cesado su furor, y su mano todavía está extendida.
Pero el pueblo no se ha vuelto a quien lo golpeó ni han buscado al SEÑOR de los Ejércitos.
Por eso en un mismo día el SEÑOR cortará de Israel la cabeza y la cola, la palmera y el junco.
El hombre anciano y respetado es la cabeza, y el profeta que enseña mentira es la cola.