Explicación, estudio y comentario bíblico de Jeremias 10:1-11 verso por verso
Oigan la palabra que ha hablado el SEÑOR acerca de ustedes, oh casa de Israel.
Así ha dicho el SEÑOR: “No aprendan el camino de las naciones, ni tengan temor de las señales del cielo, aunque las naciones las teman.
Porque las costumbres de los pueblos son vanidad: Cortan un árbol del bosque, y las manos del escultor lo labran con la azuela.
Lo adornan con plata y oro; lo afirman con clavos y martillo para que no se tambalee.
Son como un espantapájaros en un huerto de pepinos. No hablan; son llevados, porque no pueden dar un paso. No tengan temor de ellos, porque no pueden hacer daño ni tampoco tienen poder para hacer bien”.
¡No hay nadie semejante a ti, oh SEÑOR! Tú eres grande; grande es tu nombre en poder.
¡Quién no te temerá, oh Rey de las naciones! Porque a ti se te debe temer. Entre todos los sabios de las naciones y en todos sus reinos, no hay nadie semejante a ti.
Son torpes e insensatos a la vez. El mismo ídolo de madera es una lección de vanidades:
Traen plata laminada de Tarsis y oro de Ufaz, los cuales son trabajados por el platero y por las manos del fundidor. Sus vestiduras son de material azul y de púrpura; todas son obra de expertos.
Pero el SEÑOR es el verdadero Dios; él es el Dios vivo y el Rey eterno. Ante su enojo tiembla la tierra; las naciones no pueden resistir su furor.
Así les dirán: “Los dioses que no hicieron los cielos ni la tierra desaparecerán de la tierra y de debajo de estos cielos.