Explicación, estudio y comentario bíblico de Jeremias 13:1-11 verso por verso
Así me ha dicho el SEÑOR: “Ve, compra un cinto de lino, cíñete con él y no lo metas en agua”.
Entonces compré el cinto, conforme a la palabra del SEÑOR, y me ceñí con él.
Luego vino a mí la palabra del SEÑOR por segunda vez, diciendo:
“Toma el cinto que has comprado y que tienes ceñido. Levántate y ve al Éufrates; escóndelo allí, en la hendidura de una peña”.
Fui, pues, y lo escondí junto al Éufrates, como me había mandado el SEÑOR.
Y sucedió que después de muchos días el SEÑOR me dijo: “Levántate, ve al Éufrates y toma de allí el cinto que te mandé que escondieras allá”.
Entonces fui al Éufrates y cavé. Tomé el cinto del lugar donde lo había escondido, y he aquí que el cinto se había podrido y no servía para nada.
Entonces vino a mí la palabra del SEÑOR, diciendo:
“Así ha dicho el SEÑOR: ‘Así haré que se pudra la soberbia de Judá y la mucha soberbia de Jerusalén.
Este pueblo malo, que rehúsa escuchar mis palabras, que anda en la porfía de su corazón y va tras otros dioses para rendirles culto y para postrarse ante ellos, vendrá a ser como este cinto que no sirve para nada.
Porque como el cinto se adhiere a los lomos del hombre, dice el SEÑOR, así hice que se adhirieran a mí toda la casa de Israel y toda la casa de Judá, para que me fueran pueblo y para renombre, alabanza y honra. Pero no escucharon’.