Explicación, estudio y comentario bíblico de Jeremias 13:1-24 verso por verso
Así me ha dicho el SEÑOR: “Ve, compra un cinto de lino, cíñete con él y no lo metas en agua”.
Entonces compré el cinto, conforme a la palabra del SEÑOR, y me ceñí con él.
Luego vino a mí la palabra del SEÑOR por segunda vez, diciendo:
“Toma el cinto que has comprado y que tienes ceñido. Levántate y ve al Éufrates; escóndelo allí, en la hendidura de una peña”.
Fui, pues, y lo escondí junto al Éufrates, como me había mandado el SEÑOR.
Y sucedió que después de muchos días el SEÑOR me dijo: “Levántate, ve al Éufrates y toma de allí el cinto que te mandé que escondieras allá”.
Entonces fui al Éufrates y cavé. Tomé el cinto del lugar donde lo había escondido, y he aquí que el cinto se había podrido y no servía para nada.
Entonces vino a mí la palabra del SEÑOR, diciendo:
“Así ha dicho el SEÑOR: ‘Así haré que se pudra la soberbia de Judá y la mucha soberbia de Jerusalén.
Este pueblo malo, que rehúsa escuchar mis palabras, que anda en la porfía de su corazón y va tras otros dioses para rendirles culto y para postrarse ante ellos, vendrá a ser como este cinto que no sirve para nada.
Porque como el cinto se adhiere a los lomos del hombre, dice el SEÑOR, así hice que se adhirieran a mí toda la casa de Israel y toda la casa de Judá, para que me fueran pueblo y para renombre, alabanza y honra. Pero no escucharon’.
“Entonces les dirás esta palabra que ha dicho el SEÑOR Dios de Israel: ‘Toda tinaja ha de ser llenada con vino’. Ellos te responderán: ‘¿Acaso no sabemos que toda tinaja ha de ser llenada con vino?’.
Entonces les dirás que así ha dicho el SEÑOR: ‘He aquí que yo lleno de embriaguez a todos los habitantes de esta tierra; a los reyes que se sientan en el trono de David, a los sacerdotes, a los profetas y a todos los habitantes de Jerusalén.
Yo los destrozaré unos contra otros, a los padres y a los hijos a la vez, dice el SEÑOR. No tendré compasión, no tendré lástima ni tendré misericordia como para no destruirlos’ ”.
Oigan y presten atención; no sean altivos, pues el SEÑOR ha hablado.
Den gloria al SEÑOR su Dios, antes que él haga que se oscurezca; antes que sus pies tropiecen contra montañas tenebrosas y la luz que esperan él se la vuelva densa oscuridad y la convierta en tinieblas.
Pero si no escuchan esto, mi alma llorará en secreto a causa de la soberbia de ustedes. Mis ojos llorarán amargamente y derramarán lágrimas, porque el rebaño del SEÑOR es tomado cautivo.
Di al rey y a la reina madre: “Humíllense, siéntense en tierra, porque la corona de su gloria caerá de sus cabezas.
Las ciudades del Néguev han sido cerradas y no hay quien las abra. Todo Judá es llevado cautivo, llevado cautivo del todo.
“Alza tus ojos y observa a los que vienen del norte. ¿Dónde está el rebaño que te fue dado, la grey de tu gloria?
¿Qué dirás cuando Dios designe como jefes sobre ti a tus amigos, a quienes tú misma enseñaste? ¿No te sobrevendrán dolores como de mujer que da a luz?
Cuando digas en tu corazón: ‘¿Por qué me ha sobrevenido esto?’, sabe que por tu mucha maldad fueron levantadas tus faldas y fueron desnudados tus talones.
¿Podrá el etíope cambiar de piel y el leopardo sus manchas? Así tampoco ustedes podrán hacer el bien, estando habituados a hacer el mal.
“Por tanto los esparciré al viento del desierto como al tamo que pasa.