Explicación, estudio y comentario bíblico de Jeremias 25:15-30 verso por verso
Así me ha dicho el SEÑOR Dios de Israel: “Toma de mi mano esta copa del vino de la ira, y da de beber a todas las naciones a las cuales te envío.
Ellas beberán y vomitarán; enloquecerán a causa de la espada que yo envío entre ellas”.
Tomé, pues, la copa de la mano del SEÑOR y di de beber a todas las naciones a las cuales el SEÑOR me había enviado:
A Jerusalén y a las ciudades de Judá, a sus reyes y a sus magistrados, para convertirlos en ruinas, en horror, en rechifla y en maldición, como en este día.
Al faraón rey de Egipto, a sus servidores, a sus magistrados, a todo su pueblo
y a toda su población asimilada. A todos los reyes de la tierra de Uz y a todos los reyes de la tierra de Filistea (Ascalón, Gaza, Ecrón y los sobrevivientes de Asdod).
A Edom, a Moab, a los hijos de Amón;
a todos los reyes de Tiro, a todos los reyes de Sidón y a los reyes de las costas que están al otro lado del mar.
A Dedán, a Tema, a Buz y a todos los que se rapan las sienes.
A todos los reyes de Arabia y a todos los reyes de la población asimilada que habita en el desierto.
A todos los reyes de Zimri, a todos los reyes de Elam y a todos los reyes de Media.
A todos los reyes del norte, tanto a los cercanos como a los lejanos, a los unos como a los otros. Di de beber a todos los reinos que hay sobre la faz de la tierra, y el rey de Sesac beberá después de ellos.
“Les dirás que así ha dicho el SEÑOR de los Ejércitos, Dios de Israel: ‘Beban y embriáguense; vomiten y caigan. No los levantarán a causa de la espada que yo envío contra ustedes’.
Y sucederá que si rehúsan tomar la copa de tu mano para beber, les dirás que así ha dicho el SEÑOR de los Ejércitos: ‘Tienen que beberla,
porque he aquí que yo comienzo a hacer mal a la ciudad que es llamada por mi nombre; y ustedes, ¿quedarán impunes? ¡No quedarán impunes, porque yo llamo la espada contra todos los habitantes de la tierra!’, dice el SEÑOR de los Ejércitos.
“Tú profetizarás contra ellos todas estas palabras y les dirás: ‘El SEÑOR ruge desde lo alto, y da su voz desde su santa habitación. Ruge enfurecido contra su morada; y un grito como el de los que pisan la uva, responderá a todos los habitantes de la tierra.