Explicación, estudio y comentario bíblico de Jeremias 25:3-24 verso por verso
“Desde el año décimo tercero de Josías hijo de Amón, rey de Judá, hasta este día, durante veintitrés años ha venido a mí la palabra del SEÑOR. Les he hablado persistentemente, pero no han escuchado.
El SEÑOR les envió persistentemente todos sus siervos los profetas, pero no escucharon ni inclinaron su oído para escuchar.
Les decían: ‘Vuélvanse, pues, cada uno de su mal camino y de la maldad de sus obras, y habiten en la tierra que el SEÑOR les ha dado a ustedes y a sus padres, para siempre jamás.
No vayan en pos de otros dioses, para rendirles culto y para postrarse ante ellos. No me provoquen a ira con la obra de sus manos, y no les haré mal’.
Sin embargo, dice el SEÑOR, no me escucharon, de modo que me han provocado a ira con la obra de sus manos, para su propio mal.
“Por tanto, así ha dicho el SEÑOR de los Ejércitos: ‘Por cuanto no han escuchado mis palabras,
he aquí yo enviaré a tomar a todas las gentes del norte y a Nabucodonosor rey de Babilonia, mi siervo, y los traeré contra esta tierra y contra sus habitantes, y contra todas las naciones de alrededor, dice el SEÑOR. Los destruiré por completo y los convertiré en escarnio, rechifla y ruinas perpetuas.
Haré perecer entre ellos la voz del gozo y la voz de la alegría, la voz del novio y la voz de la novia, el ruido de las piedras del molino y la luz de la lámpara.
Toda esta tierra será convertida en desolación y espanto. Y estas naciones servirán al rey de Babilonia durante setenta años’.
“Pero sucederá que cuando se hayan cumplido los setenta años, castigaré al rey de Babilonia, a aquella nación y a la tierra de los caldeos, por su maldad. Yo la convertiré en perpetua desolación.
Traeré contra aquella tierra todas mis palabras que he hablado acerca de ella, todo lo que está escrito en este libro que ha profetizado Jeremías contra todas las naciones.
Porque también de ellos se servirán muchas naciones y grandes reyes. Yo les retribuiré conforme a sus hechos y conforme a la obra de sus manos”.
Así me ha dicho el SEÑOR Dios de Israel: “Toma de mi mano esta copa del vino de la ira, y da de beber a todas las naciones a las cuales te envío.
Ellas beberán y vomitarán; enloquecerán a causa de la espada que yo envío entre ellas”.
Tomé, pues, la copa de la mano del SEÑOR y di de beber a todas las naciones a las cuales el SEÑOR me había enviado:
A Jerusalén y a las ciudades de Judá, a sus reyes y a sus magistrados, para convertirlos en ruinas, en horror, en rechifla y en maldición, como en este día.
Al faraón rey de Egipto, a sus servidores, a sus magistrados, a todo su pueblo
y a toda su población asimilada. A todos los reyes de la tierra de Uz y a todos los reyes de la tierra de Filistea (Ascalón, Gaza, Ecrón y los sobrevivientes de Asdod).
A Edom, a Moab, a los hijos de Amón;
a todos los reyes de Tiro, a todos los reyes de Sidón y a los reyes de las costas que están al otro lado del mar.
A Dedán, a Tema, a Buz y a todos los que se rapan las sienes.
A todos los reyes de Arabia y a todos los reyes de la población asimilada que habita en el desierto.