• Jeremias 3:1

    Se dice: “Si alguno despide a su mujera, y ella se va de él y se casa con otro hombre, ¿podrá él después volver a ella? ¿No habrá sido esa tierra del todo profanada? “Tú te has prostituido con muchos amantes; pero, ¡vuelve a mí!, dice el SEÑOR.

  • Jeremias 3:2

    Alza tus ojos a los cerros y mira: ¿En qué lugar no se han acostado contigo? En los caminos te sentabas para ellos, como un árabe en el desierto. Con tus prostituciones y con tu maldad has profanado la tierra.

  • Jeremias 3:3

    Por esta causa han sido detenidos los aguaceros, y ha faltado la lluvia tardía. Sin embargo, tuviste el descaro de una prostituta y no quisiste tener vergüenza.

  • Jeremias 3:4

    ¿Acaso no me llamas ahora: ‘Padre mío’, o ‘Tú eres el amigo de mi juventud’?

  • Jeremias 3:5

    ‘¿Guardará enojo para siempre? ¿Eternamente lo guardará?’. He aquí que has hablado así, pero has hecho cuantas maldades podías”.

  • Jeremias 3:6

    El SEÑOR me dijo en los días del rey Josías: “¿Has visto lo que ha hecho la apóstata Israel? Ella ha ido a todo monte alto; y bajo todo árbol frondoso, allí se ha prostituido.

  • Jeremias 3:7

    Y dije: ‘Después que ella hizo todo esto, volverá a mí’. Pero no volvió; y lo vio su hermana, la desleal Judá.

  • Jeremias 3:8

    Ella vio que precisamente porque la apóstata Israel había cometido adulterio, yo la había despedido y le había dado carta de divorcio. Pero su hermana, la desleal Judá, no tuvo temor; más bien, fue y se prostituyó ella también.

  • Jeremias 3:9

    Y sucedió que a causa de que su prostitución le era liviana, se prostituyó con la piedra y con el árbol, y profanó la tierra.

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