Explicación, estudio y comentario bíblico de Jeremias 31:15-40 verso por verso
Así ha dicho el SEÑOR: “Voz fue oída en Ramá; lamento y llanto amargo. Raquel lloraba por sus hijos, y no quería ser consolada por sus hijos, porque perecieron”.
Así ha dicho el SEÑOR: “Reprime tu voz del llanto y tus ojos de las lágrimas, porque tu obra tiene recompensa, dice el SEÑOR. Ellos volverán de la tierra del enemigo.
Hay esperanza para tu porvenir; tus hijos volverán a su territorio, dice el SEÑOR.
“Ciertamente yo he oído a Efraín que se lamentaba diciendo: ‘Me azotaste, y fui castigado como novillo indómito. Hazme volver, y volveré; porque tú eres el SEÑOR mi Dios.
Porque después de desviarme, me arrepentí; y después de darme cuenta, golpeé mi muslo. Fui avergonzado y también afrentado, porque he llevado el oprobio de mi juventud’.
“¿Acaso no es Efraín un hijo querido para mí? ¿Acaso no es un niño precioso? Porque cada vez que hablo contra él, lo recuerdo más. Por eso mis entrañas se enternecen por él. Ciertamente tendré misericordia de él, dice el SEÑOR.
“Levanta señales, pon indicadores de caminos. Pon atención al camino principal, el camino por el cual caminaste. Vuelve, oh virgen de Israel; vuelve a estas tus ciudades.
¿Hasta cuándo andarás de un lado para otro, oh hija rebelde? Pues el SEÑOR hará una novedad en la tierra: La mujer rodeará al hombre”.
Así ha dicho el SEÑOR de los Ejércitos, Dios de Israel: “Cuando yo los restaure de su cautividad, dirán otra vez estas palabras en la tierra de Judá y en sus ciudades: ‘¡El SEÑOR te bendiga, oh morada de justicia, oh monte santo!’.
Y habitarán juntos en ella Judá y todas sus ciudades, los labradores y los que se desplazan con los rebaños.
Porque he de saciar al alma fatigada, y he de llenar a toda alma que languidece”.
En esto desperté y vi que mi sueño había sido placentero.
“He aquí que vienen días, dice el SEÑOR, en que sembraré la casa de Israel y la casa de Judá con simiente de hombres y con simiente de animales.
Sucederá que como he vigilado sobre ellos para arrancar, desmenuzar, arruinar, destruir y hacer daño, así vigilaré sobre ellos para edificar y plantar, dice el SEÑOR.
“En aquellos días no dirán más: ‘Los padres comieron las uvas agrias, y los dientes de los hijos sufren la dentera’;
sino que cada cual morirá por su propio pecado. Los dientes de todo hombre que coma las uvas agrias sufrirán la dentera.
“He aquí vienen días, dice el SEÑOR, en que haré un nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá.
No será como el pacto que hice con sus padres el día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto, mi pacto que ellos invalidaron, a pesar de ser yo su señor, dice el SEÑOR.
Porque este será el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice el SEÑOR: Pondré mi ley en su interior y la escribiré en su corazón. Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo.
Ya nadie enseñará a su prójimo ni nadie a su hermano, diciendo: ‘Conoce al SEÑOR’. Pues todos ellos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice el SEÑOR. Porque yo perdonaré su iniquidad y no me acordaré más de su pecado”.
Así ha dicho el SEÑOR, quien da el sol para luz del día, y la luna y las estrellas para luz de la noche, el que agita el mar de manera que rugen sus olas — el SEÑOR de los Ejércitos es su nombre — :
“Si esas leyes faltaran delante de mí, dice el SEÑOR, entonces la descendencia de Israel dejaría de ser nación delante de mí perpetuamente”.
Así ha dicho el SEÑOR: “Si se pueden medir los cielos arriba y se pueden explorar los cimientos de la tierra abajo, entonces yo desecharé toda la descendencia de Israel por todo lo que hicieron, dice el SEÑOR.
“He aquí que vienen días, dice el SEÑOR, en que la ciudad será edificada para el SEÑOR desde la torre de Hananeel hasta la puerta de la Esquina.
El cordel de medir irá directamente hasta la colina de Gareb, y dará la vuelta hacia Goa.
Todo el valle de los cadáveres y de las cenizas, y todas las terrazas hasta el arroyo de Quedrón, hasta la esquina de la puerta de los Caballos, al este, estará consagrado al SEÑOR. Nunca más será arrancada ni destruida”.