Explicación, estudio y comentario bíblico de Jeremias 32:26-44 verso por verso
Entonces vino la palabra del SEÑOR a Jeremías, diciendo:
“He aquí que yo soy el SEÑOR, Dios de todo mortal. ¿Habrá alguna cosa difícil para mí?
Por tanto, así ha dicho el SEÑOR: He aquí, yo voy a entregar esta ciudad en mano de los caldeos y en mano de Nabucodonosor, rey de Babilonia; y él la tomará.
Vendrán los caldeos que combaten contra esta ciudad, le prenderán fuego y la incendiarán; asimismo, a las casas sobre cuyas azoteas quemaban incienso a Baal y derramaban libaciones a otros dioses, provocándome a ira.
Porque los hijos de Israel y los hijos de Judá no han hecho desde su juventud sino lo malo ante mis ojos. Porque los hijos de Israel no han hecho más que provocarme a ira con la obra de sus manos, dice el SEÑOR.
Porque esta ciudad me ha provocado a ira e indignación desde el día en que la edificaron y hasta el día de hoy, de manera que la quitaré de mi presencia,
por toda la maldad que los hijos de Israel y los hijos de Judá han hecho, provocándome a ira: ellos, sus reyes, sus magistrados, sus sacerdotes, sus profetas, los hombres de Judá y los habitantes de Jerusalén.
Ellos me dieron la espalda y no la cara. Y a pesar de que les he enseñado persistentemente, no han escuchado para recibir corrección.
Más bien, han puesto sus ídolos abominables en el templo que es llamado por mi nombre, contaminándolo.
Han edificado lugares altos a Baal, que están en el valle de Ben-hinom, para hacer pasar por fuego a sus hijos y a sus hijas a Moloc; lo cual no les mandé ni me vino a la mente que hicieran esta abominación, para hacer pecar a Judá”.
Ahora pues, así ha dicho el SEÑOR Dios de Israel: “Con todo, en cuanto a esta ciudad de la cual dicen: ‘En mano del rey de Babilonia será entregada por la espada, por el hambre y por la peste’,
he aquí que yo los reuniré de todos los países a los cuales los he expulsado en mi furor, con mi ira y con gran indignación. Los haré volver a este lugar y los haré habitar seguros.
Ellos serán mi pueblo, y yo seré su Dios.
Les daré un solo corazón y un solo camino, a fin de que me teman perpetuamente, para su propio bien y para el bien de sus hijos después de ellos.
Haré con ellos un pacto eterno; no desistiré de hacerles bien. Pondré mi temor en el corazón de ellos, para que no se aparten de mí.
Me regocijaré por causa de ellos al hacerles el bien. Los plantaré en esta tierra con verdad, con todo mi corazón y con toda mi alma”.
Porque así ha dicho el SEÑOR: “Así como traje sobre este pueblo todo este gran mal, así traeré sobre ellos todo el bien que hablo acerca de ellos.
Y se comprarán campos en esta tierra de la cual ustedes dicen: ‘Está desolada, sin hombres y sin animales, y es entregada en mano de los caldeos’.
Comprarán campos por dinero; harán documentos, los sellarán y llamarán testigos, en tierra de Benjamín, en los alrededores de Jerusalén y en las ciudades de Judá, en las ciudades de la región montañosa, en las ciudades de la Sefela y en las ciudades del Néguev, porque yo los restauraré de su cautividad”, dice el SEÑOR.