Explicación, estudio y comentario bíblico de Jeremias 32:6-24 verso por verso
Jeremías dijo: Vino a mí la palabra del SEÑOR, diciendo:
“He aquí que Hanameel, hijo de tu tío Salum, viene a ti para decir: ‘Compra mi campo que está en Anatot, porque tuyo es el derecho de redención para adquirirlo’”.
Y vino a mí Hanameel, hijo de mi tío, al patio de la guardia, conforme a la palabra del SEÑOR, y me dijo: “Compra, por favor, mi campo que está en Anatot, en tierra de Benjamín; porque tuyo es el derecho de posesión, y a ti te corresponde la redención. Cómpralo para ti”. Entonces comprendí que había sido palabra del SEÑOR;
y compré el campo de Hanameel, hijo de mi tío, el cual estaba en Anatot. Le pesé el dinero: ciento ochenta y siete gramos de plata.
Luego escribí el documento y lo sellé. Convoqué a los testigos y pesé la plata en la balanza.
Luego tomé el documento de la compra sellado, con las obligaciones y los términos, y la copia abierta.
Entregué el documento de la compra a Baruc hijo de Nerías, hijo de Maasías, en presencia de Hanameel, hijo de mi tío, en presencia de los testigos que habían firmado el documento de la compra y en presencia de todos los judíos que permanecían en el patio de la guardia.
Luego mandé a Baruc, en presencia de ellos, diciendo que
así ha dicho el SEÑOR de los Ejércitos, Dios de Israel: “Toma estos documentos (el documento de compra sellado y la copia abierta), y ponlos en una vasija de cerámica para que se conserven por mucho tiempo.
Porque así ha dicho el SEÑOR de los Ejércitos, Dios de Israel: ‘Todavía se comprarán casas, campos y viñas en esta tierra’”.
Después que di el documento de compra a Baruc hijo de Nerías, oré al SEÑOR diciendo:
“¡Oh SEÑOR Dios! He aquí que tú has hecho el cielo y la tierra con tu gran poder y con tu brazo extendido. Nada hay que sea difícil para ti.
Tú haces misericordia a millares, pero retribuyes la maldad de los padres en el seno de sus hijos después de ellos. ¡Oh Dios grande y poderoso, cuyo nombre es SEÑOR de los Ejércitos!
Grande eres en designios y magnífico en hechos, pues tus ojos están abiertos sobre todos los caminos de los hijos del hombre, para dar a cada uno según sus caminos y según el fruto de sus obras.
Has hecho señales y prodigios en la tierra de Egipto, y hasta este día en Israel y entre todos los hombres. Así te has hecho de renombre, como en este día.
Sacaste a tu pueblo Israel de la tierra de Egipto, con señales y prodigios, con mano poderosa, con brazo extendido y con gran terror.
Y les diste esta tierra, de la cual juraste a sus padres que se la darías: una tierra que fluye leche y miel.
Ellos entraron y tomaron posesión de ella; pero no escucharon tu voz ni anduvieron en tu ley ni hicieron nada de lo que les mandaste hacer. Por eso has hecho que les ocurriera todo este mal.
“He aquí que los terraplenes ya han alcanzado hasta la ciudad para tomarla. La ciudad va a ser entregada en mano de los caldeos que combaten contra ella, a causa de la espada, del hambre y de la peste. Ha llegado a suceder lo que dijiste; y he aquí, tú lo estás viendo.