Explicación, estudio y comentario bíblico de Jeremias 36:12-25 verso por verso
descendió a la casa del rey, a la cámara del escriba. Y he aquí que todos los magistrados estaban sentados allí: el escriba Elisama, Delaías hijo de Semeías, Elnatán hijo de Acbor, Gemarías hijo de Safán, Sedequías hijo de Ananías y los demás magistrados.
Miqueas les refirió todas las palabras que había oído a Baruc leer del libro, a oídos del pueblo.
Entonces todos los magistrados enviaron a Jehudí hijo de Netanías, hijo de Selemías, hijo de Cusi, para que dijera a Baruc: — Toma en tu mano el rollo que leíste a oídos del pueblo, y ven. Baruc hijo de Nerías tomó el rollo en su mano y fue a ellos.
Entonces le dijeron: — Siéntate, y léelo a nuestros oídos. Baruc lo leyó a sus oídos.
Y sucedió que cuando oyeron todas aquellas palabras, cada uno, espantado, se volvió a su compañero. Y dijeron a Baruc: — ¡Sin falta hemos de referir al rey todas estas palabras!
Luego preguntaron a Baruc diciendo: — Cuéntanos cómo escribiste de parte de él todas estas palabras.
Baruc les dijo: — Él me dictaba todas estas palabras, y yo escribía con tinta en el libro.
Entonces los magistrados dijeron a Baruc: — Ve, y escóndanse tú y Jeremías. Que nadie sepa dónde están.
Habiendo depositado el rollo en la cámara del escriba Elisama, fueron al rey, en el atrio, y refirieron todas estas cosas a oídos del rey.
Entonces el rey envió a Jehudí para que tomara el rollo. Este lo tomó de la cámara del escriba Elisama y lo leyó a oídos del rey y a oídos de todos los magistrados que estaban junto al rey.
Era el mes noveno, y el rey estaba en la casa de invierno, donde había un brasero encendido delante de él.
Y sucedió que cuando Jehudí había leído tres o cuatro columnas, el rey lo rasgó con un cortaplumas de escriba y lo echó al fuego que había en el brasero, hasta que todo el rollo se consumió en el fuego que había en el brasero.
Pero ni el rey ni todos sus servidores que oyeron estas palabras sintieron temor ni rasgaron sus vestiduras.
A pesar de que Elnatán, Delaías y Gemarías rogaron al rey que no quemara aquel rollo, no los quiso escuchar.