Explicación, estudio y comentario bíblico de Jeremias 39:4-13 verso por verso
Sucedió que al verlos, Sedequías rey de Judá y todos los hombres de guerra huyeron. Salieron de noche de la ciudad por el camino del jardín del rey, por la puerta que había entre los dos muros. Se dirigieron hacia el Arabá;
pero el ejército de los caldeos los persiguió, y alcanzaron a Sedequías en las llanuras de Jericó. Lo tomaron preso y lo llevaron ante Nabucodonosor, rey de Babilonia, en Ribla, en la tierra de Hamat; y este pronunció sentencia contra aquel.
El rey de Babilonia degolló en Ribla a los hijos de Sedequías, en presencia de este. Asimismo, el rey de Babilonia hizo degollar a todos los nobles de Judá.
Al rey Sedequías le sacó los ojos y lo aprisionó con cadenas de bronce para llevarlo a Babilonia.
Después los caldeos incendiaron la casa del rey y las casas del pueblo, y demolieron los muros de Jerusalén.
Al resto del pueblo que había quedado en la ciudad, además de los desertores que se habían pasado a él, Nabuzaradán, capitán de la guardia, los hizo llevar cautivos a Babilonia, junto con el resto del pueblo que había quedado.
Sin embargo, Nabuzaradán, capitán de la guardia, hizo quedar en la tierra de Judá a la gente más pobre, que no tenía nada, y en ese día les dio viñas y campos.
Nabucodonosor, rey de Babilonia, había ordenado a Nabuzaradán, capitán de la guardia, acerca de Jeremías, diciendo:
“Tómalo y cuida de él. No le hagas nada malo; más bien, harás con él como él te diga”.
Entonces dio órdenes Nabuzaradán capitán de la guardia, junto con Nabusazbán el Rabsaris, Nergal-sarezer el Rabmag y todos los altos oficiales del rey de Babilonia.