Explicación, estudio y comentario bíblico de Jeremias 4:7-24 verso por verso
El león sale de su espesura; se ha puesto en marcha el destructor de las naciones. Ha salido de su lugar para convertir tu tierra en desolación. Tus ciudades serán devastadas y dejadas sin habitantes.
Por eso, cíñanse de cilicio. Lamenten y giman, porque el ardor de la ira del SEÑOR no se ha apartado de nosotros.
“Y sucederá en aquel día que desfallecerá el corazón del rey y el corazón de los magistrados, dice el SEÑOR. Los sacerdotes quedarán horrorizados y los profetas quedarán atónitos”.
Entonces dije: “¡Oh SEÑOR Dios! De veras has engañado a este pueblo y a Jerusalén, diciendo: ‘Tendrán paz’, mientras que la espada penetra hasta el alma”.
En aquel tiempo se dirá a este pueblo y a Jerusalén: “Un viento caliente viene desde los cerros del desierto en dirección de la hija de mi pueblo, pero no para aventar ni para limpiar.
Un viento más fuerte que estos viene de parte mía. Ahora también yo declararé juicios contra ellos”.
He aquí que subirá como las nubes y sus carros son como torbellino. Sus caballos son más veloces que las águilas. ¡Ay de nosotros, porque somos devastados!
Lava de maldad tu corazón, oh Jerusalén, para que seas salva. ¿Hasta cuándo dejarás permanecer en medio de ti tus planes de iniquidad?
Porque ya se oye la voz del que trae las noticias desde Dan y del que informa de la calamidad desde la región montañosa de Efraín.
Anuncien a las naciones; he aquí, hagan oír en Jerusalén: “Vienen guardias de tierra lejana y alzarán su voz contra las ciudades de Judá.
Como guardias de campo estarán alrededor de ella, porque se rebeló contra mí”, dice el SEÑOR.
Tu camino y tus transgresiones te han acarreado esto. Esta es tu desgracia. ¡Cuán amargo! Porque llegó hasta tu corazón.
¡Ay, mis entrañas, mis entrañas! Me duelen las paredes de mi corazón. Se conmociona mi corazón dentro de mí. No callaré, oh alma mía, porque lo que has oído es el sonido de la corneta, el pregón de guerra.
Quebranto sigue a quebranto, porque toda la tierra es devastada. ¡De repente son devastadas mis moradas; en un momento, mis tiendas!
¿Hasta cuándo habré de ver la bandera y tendré que oír el sonido de la corneta?
Porque mi pueblo es insensato; no me conocen. Son hijos ignorantes y carentes de entendimiento. Son expertos para hacer el mal, pero no saben hacer el bien.
Miré la tierra, y he aquí que estaba sin orden y vacía. Miré los cielos, y no había en ellos luz.
Miré las montañas, y he aquí que temblaban; todas las colinas se estremecían.