Explicación, estudio y comentario bíblico de Jeremias 44:2-17 verso por verso
— Así ha dicho el SEÑOR de los Ejércitos, Dios de Israel: “Ustedes han visto todo el mal que he traído sobre Jerusalén y sobre todas las ciudades de Judá. He aquí, en el día de hoy están en ruinas y no hay habitantes en ellas,
a causa de la maldad que ellos cometieron, provocándome a ira, ya que fueron a quemar incienso y a servir a otros dioses que ni ellos ni ustedes ni sus padres conocieron.
Persistentemente les envié todos mis siervos los profetas, para decirles: ‘¡Por favor, no hagan esta cosa abominable que yo aborrezco!’.
Pero no escucharon ni inclinaron su oído para volverse de su maldad, para dejar de quemar incienso a otros dioses.
Por tanto, se derramó mi ira, y se encendió mi furor en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén; y fueron convertidas en ruina y en desolación, como en este día”.
»Ahora pues, así ha dicho el SEÑOR Dios de los Ejércitos, Dios de Israel: “¿Por qué hacen un mal tan grande contra ustedes mismos, para que de en medio de Judá sean destruidos el hombre, la mujer, el niño y el lactante, sin que les quede remanente alguno?
¿Por qué me provocan a ira con las obras de sus manos, ofreciendo incienso a otros dioses en la tierra de Egipto, a donde han entrado para residir, de modo que sean exterminados y que sean objeto de maldición y de oprobio entre todas las naciones de la tierra?
¿Han olvidado las maldades de sus padres, las maldades de los reyes de Judá, las maldades de sus mujeres, las maldades suyas y las maldades de sus mujeres, que hicieron en la tierra de Judá y en las calles de Jerusalén?
Hasta el día de hoy no se han humillado ni han tenido temor ni han caminado en mi ley ni en mis estatutos que puse delante de ustedes y delante de sus padres”.
»Por tanto, así ha dicho el SEÑOR de los Ejércitos, Dios de Israel: “He aquí que yo pongo mi rostro contra ustedes para mal y para destruir a todo Judá.
Tomaré al remanente de Judá que decidió ir a la tierra de Egipto para residir allí, y serán exterminados todos en la tierra de Egipto. Caerán por la espada y por el hambre; serán exterminados, desde el menor hasta el mayor. Por la espada y por el hambre morirán, y llegarán a ser objeto de imprecación, de horror, de maldición y de oprobio.
Yo, pues, castigaré a los que habitan en la tierra de Egipto, como castigué a Jerusalén: por la espada, por el hambre y por la peste.
Y del remanente de Judá que entró en la tierra de Egipto para residir allí, no habrá quien escape ni quien sobreviva para volver a la tierra de Judá, a la cual ellos suspiran por regresar, para habitar allí. Porque no regresarán sino los que escapen”.
Entonces todos los hombres que sabían que sus mujeres quemaban incienso a otros dioses, y todas las mujeres que estaban presentes y una gran concurrencia, todo el pueblo que habitaba en Patros en tierra de Egipto, respondieron a Jeremías diciendo:
— La palabra que nos has hablado en nombre del SEÑOR no te la escucharemos.
Más bien, pondremos por obra toda palabra que ha salido de nuestra boca, para quemar incienso a la Reina del Cielo y para derramarle libaciones, como hemos hecho nosotros y nuestros padres, nuestros reyes y nuestros magistrados, tanto en las ciudades de Judá como en las calles de Jerusalén. Pues fuimos saciados de pan, nos fue bien y no vimos mal alguno.