Explicación, estudio y comentario bíblico de Jeremias 46:1-26 verso por verso
La palabra del SEÑOR que vino al profeta Jeremías acerca de las naciones.
En cuanto a Egipto, contra el ejército del faraón Necao, rey de Egipto, el cual estaba en Carquemis, cerca del río Éufrates, y al cual derrotó Nabucodonosor, rey de Babilonia, en el cuarto año de Joacim hijo de Josías, rey de Judá:
“Alisten escudo y defensa; acérquense a la batalla.
Unjan los caballos y suban ustedes, oh jinetes. Preséntense con cascos, pulan las lanzas, vístanse de cota de malla.
¿Por qué los veo medrosos, volviéndose atrás? Sus valientes han sido deshechos; han huido buscando refugio, sin mirar atrás. ¡El terror está por todas partes!, dice el SEÑOR.
No huya el veloz ni escape el valiente. En el norte tropezaron y cayeron, junto a la ribera del Éufrates.
“¿Quién es este que sube como el Nilo y cuyas aguas se agitan como ríos?
Egipto, que se alza como el Nilo, y cuyas aguas se agitan como ríos, dijo: ‘Subiré, cubriré la tierra; destruiré las ciudades y sus habitantes’.
Suban, caballos; corran, carros, como locos; salgan, valientes, los de Etiopía y los de Libia que toman escudo, y los de Lidia que toman y entesan el arco.
“Pero ese día será día de venganza para el SEÑOR Dios de los Ejércitos, para vengarse de sus enemigos. La espada devorará y se saciará; se embriagará con la sangre de ellos. Porque el SEÑOR Dios de los Ejércitos tendrá un sacrificio en la tierra del norte, junto al río Éufrates.
“Sube a Galaad y toma bálsamo, oh virgen hija de Egipto. En vano has multiplicado las medicinas; no hay curación para ti.
Las naciones oyeron de tu afrenta, y tu clamor llenó la tierra; porque el fuerte tropezó con el fuerte, y cayeron ambos al mismo tiempo”.
La palabra que habló el SEÑOR al profeta Jeremías, acerca de la venida de Nabucodonosor, rey de Babilonia, para herir la tierra de Egipto:
“Anunciad en Egipto y hacedlo saber en Migdol; hacedlo saber en Menfis y en Tafnes. Digan: ‘Preséntate y prepárate, porque la espada va a devorar tus fronteras’.
“¿Por qué ha huido Apis?. Tu buey no pudo mantenerse en pie, porque el SEÑOR lo derribó.
Hizo tropezar a muchos; sí, cada uno cayó sobre su compañero. Y dijeron: ‘Levántate, y volvamos a nuestro pueblo; volvamos a la tierra de nuestro nacimiento, por causa de la espada opresora’.
Allí gritaron: ‘¡El faraón, rey de Egipto, es solo ruido! ¡Dejó pasar la oportunidad!’.
“Vivo yo, dice el Rey, cuyo nombre es el SEÑOR de los Ejércitos, que como el Tabor entre los montes y como el Carmelo junto al mar, así vendrá.
Prepara tu equipaje para la cautividad, oh moradora hija de Egipto, porque Menfis será convertida en ruinas; será devastada hasta no quedar habitantes.
Una vaquilla hermosísima es Egipto, pero del norte ciertamente vendrá el moscardón.
También sus mercenarios, en medio de ella, son como terneros engordados. También ellos se volverán y a una huirán, sin detenerse. Porque sobre ellos ha venido el día de su calamidad, el tiempo de su castigo.
Su sonido es como el de una serpiente que se va. Ciertamente avanzan con un ejército; vienen a ella con hachas, como leñadores.
Cortarán su bosque, dice el SEÑOR, aunque sea impenetrable; porque son más que las langostas; son innumerables.
La hija de Egipto es avergonzada; es entregada en manos del pueblo del norte”.
El SEÑOR de los Ejércitos, Dios de Israel, ha dicho: “He aquí que yo castigo a Amón en Tebas; al faraón, a Egipto, a sus dioses y a sus reyes; al faraón y a los que en él confían.
Y los entregaré en mano de los que buscan sus vidas; en mano de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y en mano de sus servidores. Pero después Egipto será habitada como en los días pasados, dice el SEÑOR.