Explicación, estudio y comentario bíblico de Jeremias 52:5-30 verso por verso
La ciudad estuvo sitiada hasta el décimo primer año del rey Sedequías.
En el noveno día del mes cuarto, prevaleció el hambre en la ciudad, y no había alimentos para el pueblo de la tierra.
Entonces se abrió una brecha en la ciudad, y huyeron todos los hombres de guerra. Salieron de noche de la ciudad, por la puerta que había entre los dos muros, junto al jardín del rey, mientras los caldeos estaban junto y alrededor de la ciudad. Se dirigieron hacia el Arabá,
pero el ejército de los caldeos persiguió al rey Sedequías y lo alcanzó en las llanuras de Jericó; y todo su ejército fue dispersado de su lado.
Entonces prendieron al rey y lo llevaron ante el rey de Babilonia, en Ribla, en la tierra de Hamat, y este pronunció sentencia contra aquel.
El rey de Babilonia degolló a los hijos de Sedequías en su presencia, y también degolló en Ribla a todos los magistrados de Judá.
Y a Sedequías le sacó los ojos y lo aprisionó con cadenas de bronce. El rey de Babilonia lo hizo llevar cautivo a Babilonia y lo puso en la cárcel hasta el día en que murió.
El día diez del mes quinto del año diecinueve del reinado de Nabucodonosor, rey de Babilonia, entró en Jerusalén Nabuzaradán, capitán de la guardia, que servía en la presencia del rey de Babilonia.
Incendió la casa del SEÑOR, la casa del rey y todas las casas de Jerusalén; incendió todo edificio grande.
Todo el ejército de los caldeos que estaba con el capitán de la guardia demolió todos los muros alrededor de Jerusalén.
Nabuzaradán, capitán de la guardia, hizo llevar cautivos a algunos de la gente empobrecida y al resto del pueblo que había quedado en la ciudad, a los desertores que se habían pasado al rey de Babilonia y al resto de los artesanos.
Sin embargo, Nabuzaradán, capitán de la guardia, hizo quedar una parte de la gente más pobre de la tierra, como viñadores y labradores.
Los caldeos destrozaron las columnas de bronce que estaban en la casa del SEÑOR, así como las bases de las pilas móviles y la fuente de bronce que estaba en la casa del SEÑOR; y se llevaron todo el bronce a Babilonia.
También se llevaron las ollas, las palas, las despabiladeras, los cucharones y todos los utensilios de bronce con que servían.
El capitán de la guardia se llevó también las copas, los incensarios, los tazones para la aspersión, las ollas, los candelabros, las cucharas y las tazas, tanto los de oro como los de plata.
En cuanto a las dos columnas, la fuente y los doce bueyes de bronce que estaban debajo de ella, y las bases de las pilas móviles que había hecho el rey Salomón en la casa del SEÑOR, no hubo manera de pesar el bronce de todos estos objetos.
En cuanto a las columnas, la altura de cada columna era de ocho metros, y su circunferencia era de cinco metros y medio. Eran huecas, y el espesor de sus paredes era de siete centímetros.
El capitel de bronce que había sobre ella era de dos metros veiticinco centímetros de alto. Y sobre el capitel alrededor había una red de granadas, toda de bronce. La segunda columna, con sus granadas, tenía una labor semejante.
Había noventa y seis granadas en cada hilera. Todas ellas sumaban cien, encima y alrededor de la red.
El capitán de la guardia tomó también a Seraías, el sacerdote principal; a Sofonías, el segundo sacerdote; y a tres guardias de la puerta.
Y de la ciudad tomó a un funcionario que estaba encargado de los hombres de guerra, a siete hombres de los más íntimos del rey que se hallaban en la ciudad, al escriba principal de la milicia, quien reclutaba al pueblo de la tierra, y a sesenta hombres del pueblo de la tierra que se hallaban dentro de la ciudad.
Nabuzaradán, capitán de la guardia, los tomó y los llevó al rey de Babilonia, en Ribla.
Y el rey de Babilonia los hirió y los mató en Ribla, en la tierra de Hamat. Así fue llevada cautiva Judá lejos de su tierra.
Este es el número del pueblo que Nabucodonosor llevó en cautividad: En el séptimo año hizo llevar cautivos a tres mil veintitrés judíos.
En el año dieciocho, Nabucodonosor llevó cautivas a ochocientas treinta y dos personas de Jerusalén.
Y en el año veintitrés de Nabucodonosor, Nabuzaradán, capitán de la guardia, llevó cautivas setecientas cuarenta y cinco personas de los judíos. Todas las personas fueron cuatro mil seiscientas.