Explicación, estudio y comentario bíblico de Jeremias 7:9-24 verso por verso
Después de robar, de matar, de cometer adulterio, de proferir falso testimonio, de ofrecer incienso a Baal y de ir tras otros dioses que no conocieron,
¿vendrán para estar delante de mí en este templo que es llamado por mi nombre y para decir: ‘Somos libres’ (para seguir haciendo todas estas abominaciones)?
¿Acaso este templo, que es llamado por mi nombre, es ante sus ojos una cueva de ladrones? He aquí que yo también lo he visto, dice el SEÑOR.
“Vayan, pues, a mi lugar que estuvo en Silo, donde al principio hice morar mi nombre, y vean lo que le hice a causa de la maldad de mi pueblo Israel.
Ahora pues, dice el SEÑOR, por cuanto han hecho todas estas obras — y a pesar de que les hablé persistentemente, no escucharon; y cuando los llamé, no respondieron — ,
por eso, como hice a Silo, haré a este templo que es llamado por mi nombre y en el cual confían, a este lugar que les di a ustedes y a sus padres.
Y los echaré de mi presencia como eché a todos sus hermanos, a toda la descendencia de Efraín.
“Tú, pues, no ores por este pueblo. No levantes por ellos clamor ni oración; no intercedas ante mí, porque no te escucharé.
¿No ves lo que hacen estos en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén?
Los hijos recogen la leña, y los padres encienden el fuego. Las mujeres amasan la masa para hacer tortas a la Reina del Cielo y para derramar libaciones a otros dioses, para ofenderme.
¿Me ofenderán a mí?, dice el SEÑOR. ¿Acaso no actúan, más bien, para su propia vergüenza?”.
Por tanto, así ha dicho el SEÑOR Dios: “He aquí que mi furor y mi ira se derraman sobre este lugar, sobre los hombres y sobre los animales, sobre los árboles del campo y sobre los frutos de la tierra. Se encenderá y no se apagará”.
Así ha dicho el SEÑOR de los Ejércitos, Dios de Israel: “Añadan sus holocaustos a sus sacrificios y coman carne.
Porque el día en que los saqué de la tierra de Egipto, no hablé con sus padres ni les mandé acerca de holocaustos y sacrificios.
Más bien, les mandé esto diciendo: ‘Escuchen mi voz; y yo seré su Dios, y ustedes serán mi pueblo. Anden en todo camino que les he mandado, para que les vaya bien’.
Pero no escucharon ni inclinaron su oído, sino que caminaron en la dureza de su malvado corazón, según sus propios planes. Caminaron hacia atrás y no hacia adelante.