Explicación, estudio y comentario bíblico de Jeremias 8:13-24 verso por verso
¡De cierto acabaré con ellos!, dice el SEÑOR. No quedarán uvas en la vid ni higos en la higuera. Hasta las hojas se marchitarán, y lo que les he dado pasará de ellos”.
¿Por qué nos quedamos sentados? Reúnanse, y entremos en las ciudades fortificadas y perezcamos allí, porque el SEÑOR nuestro Dios nos ha hecho perecer. Nos ha hecho beber aguas envenenadas, porque hemos pecado contra el SEÑOR.
Esperamos paz y no hay tal bien; tiempo de sanidad, y he aquí, terror.
Desde Dan se ha oído el relincho de sus caballos. Toda la tierra tiembla a causa del relincho de sus corceles. Vienen y devoran la tierra y su plenitud, la ciudad y sus habitantes.
“He aquí que yo envío sobre ustedes serpientes, víboras contra las cuales no habrá encantamiento que valga. Y ellas los morderán”, dice el SEÑOR.
El dolor se sobrepone a mí sin remedio; mi corazón está enfermo.
¡He aquí, la voz del grito de la hija de mi pueblo que viene de lejana tierra! ¿Acaso no está el SEÑOR en Sion? ¿Acaso no está en ella su Rey? ¿Por qué me han provocado a ira con sus imágenes talladas, con las vanidades del extranjero?
Ha pasado la siega, se ha acabado el verano, ¡y nosotros no hemos sido salvos!
Quebrantado estoy por el quebranto de la hija de mi pueblo. Estoy enlutado; el horror se ha apoderado de mí.
¿Acaso no hay bálsamo en Galaad? ¿Acaso no hay allí médico? ¿Por qué, pues, no hay sanidad para la hija de mi pueblo?