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Y Satanás respondió al SEÑOR diciendo: — ¿Acaso teme Job a Dios de balde?
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¿Acaso no le has protegido a él, a su familia y a todo lo que tiene? El trabajo de sus manos has bendecido, y sus posesiones se han aumentado en la tierra.
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Pero extiende, por favor, tu mano y toca todo lo que tiene, ¡y verás si no te maldice en tu misma cara!
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Y el SEÑOR le respondió a Satanás: — He aquí, todo lo que él tiene está en tu poder. Solamente no extiendas tu mano contra él. Entonces Satanás salió de la presencia del SEÑOR.
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Aconteció cierto día, cuando sus hijos y sus hijas estaban comiendo y bebiendo vino en la casa de su hermano, el primogénito,
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que un mensajero llegó a Job y le dijo: — Estando los bueyes arando, y las asnas paciendo cerca de ellos,
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cayeron de sorpresa los sabeos y se los llevaron. Y a los criados mataron a filo de espada. Solo yo escapé para darte la noticia.
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Todavía estaba este hablando, cuando llegó otro y le dijo: — ¡Cayó del cielo fuego de Dios, y quemó las ovejas y consumió a los criados! Solo yo escapé para darte la noticia.
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Todavía estaba este hablando, cuando llegó otro y le dijo: — Los caldeos formaron tres escuadrones, arremetieron contra los camellos y se los llevaron. Mataron a los criados a filo de espada. Solo yo escapé para darte la noticia.
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Todavía estaba este hablando, cuando llegó otro y le dijo: — Tus hijos y tus hijas estaban comiendo y bebiendo vino en la casa de su hermano, el primogénito.