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De piel y de carne me vestiste, y me entretejiste con huesos y tendones.
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Vida y misericordia me concediste, y tu cuidado guardó mi espíritu.
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Estas cosas tenías escondidas en tu corazón; yo sé que esto estaba en tu mente.
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Si peco, entonces me vigilas y no me declaras inocente de mi iniquidad.
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Si soy culpable, ¡ay de mí! Pero aun siendo justo, no levanto mi cabeza pues estoy harto de ignominia y de ver mi aflicción.
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