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¿Te parece bueno oprimir y desechar la obra de tus manos mientras favoreces el consejo de los impíos?
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¿Acaso tus ojos son humanos? ¿Acaso ves como ve un hombre?
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¿Son tus días como los días de un hombre, o tus años como los días de un mortal,
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para que indagues mi iniquidad e inquieras por mi pecado?
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Tú sabes que no soy culpable y que no hay quien libre de tu mano.
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»Tus manos me formaron y me hicieron, ¿y después, cambias y me destruyes?
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Acuérdate, por favor, de que tú me formaste como al barro y que me harás volver al polvo.
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¿Acaso no me vertiste como a la leche, y me cuajaste como al queso?
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De piel y de carne me vestiste, y me entretejiste con huesos y tendones.
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Vida y misericordia me concediste, y tu cuidado guardó mi espíritu.
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