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Entonces intervino Zofar el namatita y dijo:
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— ¿No ha de tener respuesta tal abundancia de palabras? ¿Habrá de salir justificado el charlatán?
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¿Harán callar a los hombres tus jactancias? ¿Harás escarnio sin que haya quien te afrente?
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Tú dices: “Mi doctrina es pura, y yo soy limpio ante tus ojos”.
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Pero, ¡quién diera que Dios hablara y abriera sus labios para contigo!
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Él te revelaría los secretos de la sabiduría, porque la sagacidad es de doble valor. Así conocerías que Dios, en tu favor, ha pasado por alto parte de tu iniquidad.
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»¿Alcanzarás tú las cosas profundas de Dios? ¿Alcanzarás el propósito del Todopoderoso?
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Es más alto que los cielos; ¿qué puedes hacer? Es más profundo que el Seol; ¿qué puedes saber?
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Su dimensión es más extensa que la tierra y más ancha que el mar.
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»Si Dios pasa y aprisiona, o si congrega, ¿quién le puede detener?
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Ya que él conoce a los hombres vanos, ¿no examinará la iniquidad cuando la vea?
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El hombre de cabeza hueca se hará inteligente cuando un borriquillo de asno montés nazca humano.
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»Si predispones tu corazón y extiendes a él tus manos
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(si hay injusticia en tus manos, aléjala de ti, y no cobijes la maldad en tu morada),
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entonces levantarás tu cara libre de mancha, estarás sólidamente fundado y no temerás.
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Pues así te olvidarás de tu sufrimiento como aguas que ya pasaron lo recordarás.
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Tu existencia será más resplandeciente que el mediodía; aun la oscuridad te será como la alborada.
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Estarás confiado, porque hay esperanza; explorarás alrededor y te acostarás seguro.
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Te recostarás y no habrá quien te espante; muchos implorarán tu favor.
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Pero los ojos de los malos serán consumidos; no habrá para ellos escapatoria, y su esperanza es dar el último suspiro.