-
¿Harán callar a los hombres tus jactancias? ¿Harás escarnio sin que haya quien te afrente?
-
Tú dices: “Mi doctrina es pura, y yo soy limpio ante tus ojos”.
-
Pero, ¡quién diera que Dios hablara y abriera sus labios para contigo!
Continúa después de la publicidad