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»He aquí que todo esto han visto mis ojos; mis oídos lo han escuchado y entendido.
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Como ustedes lo saben, yo también lo sé; en nada soy menos que ustedes.
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Sin embargo, yo le hablaré al Todopoderoso pues quiero argumentar con Dios.
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»En cuanto a ustedes, lo recubren todo con mentira; todos ustedes son médicos inútiles.
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¡Oh que callaran del todo! Ello les sería contado por sabiduría.
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Escuchen, pues, mi razonamiento, y estén atentos a los argumentos de mis labios.
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¿A favor de Dios hablarán perversidad? ¿A favor de él hablarán engaño?
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¿Habrán de mostrar por él parcialidad? ¿Contenderán a favor de Dios?
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¿Les irá bien cuando él los escudriñe? ¿Acaso se burlarán de él como quien se burla de un hombre?
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Ciertamente él los reprobará si en secreto muestran parcialidad.
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¿No se espantará su majestad, y caerá sobre ustedes su pavor?
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Las máximas de ustedes son proverbios de polvo, y sus defensas son defensas de barro.
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»Callen delante de mí, y yo hablaré me pase lo que me pase.
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¿Por qué he de arrancar mi carne con mis propios dientes? ¿O he de exponer mi vida en mi mano?
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He aquí, aunque él me mate en él he de esperar. Ciertamente defenderé ante su presencia mis caminos.
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Esto también me será salvación, porque un impío no iría a su presencia.
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Oigan con atención mi discurso; oigan con sus oídos mi declaración.
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He aquí que yo he expuesto mi causa y sé que seré declarado justo.
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¿Quién es el que ha de contender conmigo? Pues si ahora yo callara, expiraría.
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»Solo dos cosas no hagas conmigo, oh Dios; entonces no me esconderé de tu rostro:
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Aparta de mí tu mano, y no me espante tu terror.
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Llama, entonces, y yo responderé; o yo hablaré y tú me responderás:
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¿Cuántas son mis faltas o mis pecados? Hazme entender mi rebelión y mi pecado.
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¿Por qué escondes tu rostro y me consideras tu enemigo?
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¿Aterras a una hoja que es arrebatada? ¿Has de perseguir a una paja seca?
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Pues escribes contra mí cosas amargas y me haces sufrir por los pecados de mi juventud.
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Pones mis pies en el cepo y vigilas todas mis sendas; imprimes marcas en las plantas de mis pies.
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Así el hombre se gasta como un odre, como un vestido comido por la polilla.