-
»El hombre, nacido de mujer, es corto de días y lleno de tensiones.
-
Brota como una flor y se marchita; huye como una sombra y no se detiene.
-
¿Sobre uno así abres tus ojos y lo traes a juicio contigo?
-
¿Quién puede sacar lo limpio de lo impuro? ¡Nadie!
-
Ciertamente sus días están determinados y el número de sus meses depende de ti. Tú le has fijado sus límites, los cuales no podrá traspasar.
-
Aparta de él tu mirada, y que descanse hasta que, cual un jornalero, haya disfrutado su día.
-
»Porque para el árbol hay esperanza; si es cortado, se renovará y su retoño no dejará de ser.
-
Aunque su raíz se envejece en la tierra y su tronco muere en el suelo,
-
al percibir el agua reverdecerá y echará ramas como planta.
-
Pero el hombre muere y desaparece; el hombre expira, ¿y dónde estará?
-
Se agotan las aguas de un lago, y un río mengua y se seca;
-
así yace el hombre y no se vuelve a levantar. Hasta que no haya más cielos, no lo despertarán ni lo levantarán de su sueño.
-
»¡Cómo quisiera que me escondieras en el Seol, que me encubrieras hasta que se apaciguara tu furor y que fijaras un plazo para acordarte de mí!
-
Si el hombre muere, ¿volverá a vivir? Todos los días de mi milicia esperaré hasta que llegue mi relevo.
-
Entonces llamarás, y yo te responderé. Añorarás la obra de tus manos.