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»¿Fuiste tú el primer hombre que nació? ¿Naciste antes que las colinas?
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¿Has escuchado el secreto de Dios para que solo tú te apropies de la sabiduría?
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¿Qué sabes tú que no sepamos nosotros? ¿Qué entendimiento tienes que nosotros no tengamos?
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También entre nosotros hay hombres canosos, hombres muy ancianos, mayores en años que tu padre.
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¿En tan poco tienes el consuelo de Dios y la palabra que se te dice con ternura?
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¿Por qué te arrebata tu corazón, y por qué guiñan tus ojos,
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para que vuelvas tu espíritu contra Dios y dejes salir tales palabras de tu boca?
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»¿Qué es el hombre para considerarse limpio; y el nacido de mujer para que se considere justo?
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Si Dios no se fía ni de sus santos ni aun los cielos son puros ante sus ojos,
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¿cuánto menos el abominable y corrupto, el hombre que bebe como agua la iniquidad?
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