-
a pesar de no haber violencia en mis manos y de ser pura mi oración.
-
»¡Oh tierra, no encubras mi sangre! ¡Que no haya lugar para mi clamor!
-
He aquí que también ahora mi testigo está en los cielos; en las alturas está mi defensor.
-
Mis amigos me escarnecen; mis ojos derraman lágrimas ante Dios.
Continúa después de la publicidad