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Yo también podría hablar como ustedes. Si su alma estuviera en lugar de la mía, yo también podría componer discursos contra ustedes, y por ustedes sacudiría mi cabeza.
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Los alentaría con mi boca, y el movimiento de mis labios traería alivio.
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»Pero si hablo, mi dolor no tiene alivio; y si dejo de hablar, ¿qué se ha de ir de mí?
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Pero ahora Dios me tiene agobiado. Ha desolado toda mi compañía
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y me ha llenado de arrugas. Mi debilidad responde en mi propia cara; ha venido a ser testigo y se ha levantado contra mí.
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Su furor me ha despedazado pues me aborrece; contra mí hace crujir sus dientes. Mi adversario aguza su mirada contra mí.
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