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Su furor me ha despedazado pues me aborrece; contra mí hace crujir sus dientes. Mi adversario aguza su mirada contra mí.
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Contra mí han abierto su boca; con afrenta han golpeado mis mejillas. A una se han juntado contra mí.
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Dios me ha entregado a los perversos; me ha empujado a las manos de los impíos.
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Yo estaba tranquilo pero él me sacudió; me tomó por el cuello y me despedazó. Él me ha puesto por blanco suyo;
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sus arqueros me han rodeado. Atraviesa mis riñones sin compasión y derrama por tierra mi hiel.
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Abre en mí brecha tras brecha; contra mí arremete como un guerrero.
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