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»Mi espíritu está atribulado; mis días se extinguen. El sepulcro está preparado para mí.
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No hay conmigo sino burladores, y mis ojos contemplan su hostilidad.
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Por favor, deposita contigo una fianza para mí. ¿Quién me estrechará la mano?
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Porque has cerrado su corazón al entendimiento; por tanto, no los enaltecerás.
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Los que por recompensa denuncian a sus amigos, aun los ojos de sus hijos desfallecerán.
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»Él me ha expuesto como refrán a los pueblos; ante ellos soy uno a quien escupen en la cara.
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Mis ojos se han debilitado por la angustia; todos mis miembros son como una sombra.
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Los rectos se asombrarán de esto, y el inocente se levantará contra el impío.
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Pero el justo se aferrará a su camino, y el limpio de manos aumentará sus fuerzas.
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No obstante, vuelvan todos ustedes; vengan, por favor. Pero entre ustedes no hallaré ningún sabio.
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»Han pasado mis días; se han deshecho mis planes. ¡Aun los deseos de mi corazón!
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Ellos convierten la noche en día: “La luz está cerca de las tinieblas”.
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Aunque espere, el Seol será mi casa; tenderé mi cama en las tinieblas.
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A la fosa digo: “Tú eres mi padre”, y a los gusanos: “Mi madre y mi hermana”.
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¿Dónde está, entonces, mi esperanza? Y mi bien, ¿quién lo verá?
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Descenderán al poder del Seol, pues juntos bajaremos hasta el polvo.