-
Entonces intervino Bildad el sujita y dijo:
-
— ¿Cuándo pondrán fin a las palabras? Reflexionen primero, y después hablaremos.
-
¿Por qué somos tenidos por animales y por impuros ante sus ojos?
-
¡Oh, el que despedaza su alma con su furor! ¿Será abandonada la tierra por tu causa? ¿Será removida la peña de su lugar?
-
»Ciertamente se extingue la luz de los impíos y no resplandece la lumbre de su fuego.
-
La luz se oscurece en su morada y se apaga la lámpara que está sobre él.
-
Los pasos de su vigor son estrechados; su propio plan lo hace caer.
-
Porque por sus propios pies es echado en la red y deambula en la maraña.
-
Una trampa lo atrapa por el talón; el enredo se apodera de él.
-
Para él está escondida una cuerda en el suelo; para él hay un lazo en el sendero.
-
Por todas partes lo sobrecogen los terrores y lo persiguen pisando sus talones.
-
En su riqueza está hambriento y a su lado está lista la desgracia.
-
Carcome parte de su piel; el primogénito de la muerte devora sus miembros.
-
Es arrancado de su morada, objeto de su confianza, y es conducido ante el rey de los espantos.
-
El fuego habita en su tienda; el azufre es esparcido sobre su morada.
-
Por abajo se secan sus raíces, y por arriba se marchitan sus ramas.
-
Su memoria perece en la tierra y no tiene nombre en las calles.
-
Lo empujan de la luz a las tinieblas; lo echan fuera del mundo.
-
No tendrá prole ni descendiente en su pueblo ni sobreviviente en sus moradas.
-
Los que vengan del oeste se horrorizarán de su día, y los que vengan del este serán sobrecogidos por el espanto.
-
Tales son las moradas del impío, y tal será el lugar del que no conoce a Dios.