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»Ciertamente se extingue la luz de los impíos y no resplandece la lumbre de su fuego.
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La luz se oscurece en su morada y se apaga la lámpara que está sobre él.
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Los pasos de su vigor son estrechados; su propio plan lo hace caer.
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Porque por sus propios pies es echado en la red y deambula en la maraña.
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Una trampa lo atrapa por el talón; el enredo se apodera de él.
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Para él está escondida una cuerda en el suelo; para él hay un lazo en el sendero.
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Por todas partes lo sobrecogen los terrores y lo persiguen pisando sus talones.
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En su riqueza está hambriento y a su lado está lista la desgracia.
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