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»Hizo que mis hermanos se alejaran de mí; mis amigos se apartaron por completo.
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Mis parientes me han fallado; mis conocidos me han olvidado.
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Los que habitan en mi casa y mis criadas me consideran un extraño; he llegado a ser un extranjero ante sus ojos.
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Llamo a mi siervo, y no responde; con mi propia boca le tengo que rogar.
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Mi aliento ha venido a ser repulsivo a mi mujer, y apesto aun ante mis propios hijos.
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Aun los niños me desprecian; si me levanto hablan contra mí.
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Todos mis amigos íntimos me abominan; aquellos a quienes amo se han vuelto contra mí.
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Mis huesos se pegan a mi piel y a mi carne; he escapado apenas con la piel de mis dientes.
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»¡Compadézcanse ustedes de mí! ¡Compadézcanse de mí, oh amigos míos! Porque la mano de Dios me ha tocado.
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¿Por qué me persiguen como lo hace Dios? ¿No se satisfacen con mi carne?
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»¡Oh, que mis palabras fuesen escritas! ¡Oh, que fuesen grabadas en un libro!
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¡Que con cincel de hierro y de plomo fuesen cinceladas en la roca para siempre!
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