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Mis huesos se pegan a mi piel y a mi carne; he escapado apenas con la piel de mis dientes.
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»¡Compadézcanse ustedes de mí! ¡Compadézcanse de mí, oh amigos míos! Porque la mano de Dios me ha tocado.
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¿Por qué me persiguen como lo hace Dios? ¿No se satisfacen con mi carne?
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»¡Oh, que mis palabras fuesen escritas! ¡Oh, que fuesen grabadas en un libro!
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¡Que con cincel de hierro y de plomo fuesen cinceladas en la roca para siempre!
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Pero yo sé que mi Redentor vive y que al final se levantará sobre el polvo.
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